Fueron cuatro horas y treinta recorriendo la ciudad en bus, en las que la mirada pudo haberse concentrado en el desear la silla que no se tiene, el movimiento de los labios en las risas ajenas, las letras que saltan de los textos de literatura al ritmo de los huecos de las calles, la parte interna de los párpados; pero, yo prefiero mirar hacia la ventana, hacer caso omiso de los compañeros circunstanciales de viaje y de las ideas que se repiten una y otra vez en la cabeza. Para mí, mirar por la ventana puede renovarlo todo, sí, la realidad cotidiana comienza a volverse sublime desde la distancia. Cada elemento puesto en escena enturbia o cristaliza una imagen pictórica, escenario adecuado donde la arquitectura contiene la obra y además es el propio contenido, belleza privilegiada de algo no poseído que sólo en su propio deseo puede llegar a serlo.
Eso es lo bello, la idea de pensar en mentes aisladas a un contexto físico que las contiene y las determina, el poder de interferir en realidades ajenas sin otra intención que la de traerles imágenes irrelevantes hacia una nueva experiencia; porque es ahí, en esa nueva experiencia, en el lugar del pensamiento para esas imágenes, donde la realidad física comienza a renovarse.
Gimena Zambrano
1 comentario:
gimena dice: "me pido la ventana".
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